miércoles, enero 10, 2007

¡ No Mentirás ¡

Dicho en sentido positivo: habla y actúa desde la verdad: saquemos, pues, las consecuencias de este antiquísimo precepto: Ningún ser humano, ninguna institución, ningún Estado y ninguna iglesia o comunidad religiosa tiene derecho a decir falsedad a los demás (Principios de Etica Mundial, Parlamento de las Religiones del Mundo)


En la declaración de Etica Mundial del II Parlamento de las Religiones del Mundo, de Chicago, 1993, (Hacía una Etica Mundial. Declaración del Parlamento de las Religiones del Mundo, Madrid, Trotta, 1994), se sostiene que el mundo atraviesa indudablemente por una crisis muy relevante y de repercusiones globales. Se expresa que “el mundo agoniza. Agonía tan penetrante y opresiva que nos sentimos movidos a señalar las formas en que se muestra para poner de manifiesto lo hondo de nuestra zozobra. La paz nos da la espalda. El planeta está siendo destruido. Los vecinos viven en el temor mutuo. Hombres y mujeres se distancian entre sí. Los niños mueren. Todo ello es terrible”. Al final de dicha declaración se expresa: “La Tierra no puede cambiar a mejor si antes no cambia la mentalidad de los individuos. Nos comprometemos a dilatar nuestra capacidad de percepción sometiendo a disciplina nuestro espíritu mediante la meditación, le plegaria o la reflexión positiva. Sin riesgo, y sin disposición al sacrificio no puede producirse un cambio fundamental en nuestra situación. Por eso nos comprometemos con esta etica mundial, con una mutua comprensión y con aquellas formas de vida que conlleven un concierto social, la consolidación de la paz y el respeto de la naturaleza”.

En los momentos que vive el país, mientras algunos por un lado minimizan las situaciones críticas y otros, como única respuesta, nos dan extrañas versiones que no se compadecen con la verdad, tal como la mayoría del país la ve todos los días; es importante traer al debate algunos de los Principios de Etica Mundial del Parlamento de las Religiones del Mundo. Se sostiene entre dichos Principios que debe existir un compromiso a favor de una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz:

“Ser verdaderamente humano de acuerdo con el espíritu de nuestras grandes tradiciones religiosas y éticas significa:
“Hacer valer la verdad, en lugar de confundir libertad con capricho y pluralismo con arbitrariedad.
“Fomentar el espíritu de veracidad en las relaciones interpersonales de cada día en lugar de vivir en la insinceridad, la simulación, y la acomodación oportunista.
“Buscar incesantemente la verdad, animados por una incorruptible voluntad de sinceridad, en lugar de difundir medias verdades ideológicas y partidistas.
“Servir a la verdad, una vez conocida, con confianza y firmeza en lugar de rendir tributo al oportunismo”.

En el tema de los políticos o políticas y sus partidos, afirma la Declaración que estamos comentando:
“Cuando los políticos mienten abiertamente a su pueblo, cuando son culpables de la manipulación de la verdad, de la corrupción o de una desmedida política de abuso de poder tanto en el interior como en el exterior, pierden su credibilidad y no merecen más que perder sus cargos y sus electores. Por el contrario, la opinión pública debería apoyar a aquellos políticos que tienen el valor de decir la verdad al pueblo en todo momento”.

Respecto de los medios de comunicación sostiene la Declaración:
“Para los medios de comunicación, a los que con toda razón se garantiza la libertad reinformación para la búsqueda de la verdad, por lo que en toda sociedad les corresponde la función de vigilantes. Pero esto no quiere decir que estén por encima de la moral, sino obligados a defender con objetividad y transparencia la dignidad de la persona, los derechos humanos y los valores fundamentales. No tienen en absoluto derecho a vulnerar la esfera privada del individuo, ni a desfigurar la realidad, ni a manipular la opinión pública”.

A diario vemos que estos principios tan vitales, que emanan de aquel antiguo mandamiento: No mentir; los vemos a diario transgredidos y reemplazados por una cultura, o con mayor propiedad por una contracultura, que desvaloriza la verdad y que prefiere la manipulación de la misma, bien sea en los espacios públicos o en los medios de comunicación.

Dentro de este contexto es necesario respetar plenamente la libertad de expresión para cuya materialización se requiere necesariamente la presencia de una pluralidad de medios de comunicación. Un mercado concentrado de los medios de comunicación, en dos grandes cadenas, es completamente contradictorio con el libre flujo de la información en una República Democrática, y más grave aún es, cuando en algunos lugares, determinados medios de comunicación articulan determinados mecanismos que permiten manejar en forma relevante informaciones provenientes del ámbito público o de determinados mercados relevantes.

Cobran en consecuencia plena vigencia los principios de ética mundial que nos recuerda el Parlamento de las Religiones del Mundo. Para que no se establezca una contracultura de la mentira deberían realizarse todos los esfuerzos tendientes a privilegiar en el diario acontecer el compromiso con la verdad y con un estilo de vida honrada y veraz; fomentando el espíritu de veracidad y buscando incesantemente la verdad, que a muchos duele, pero que es preferible decirla en tiempo oportuno para evitar males mayores.

En la política chilena renecesita hacer un esfuerzo coherente y consciente de veracidad, para que no se instale una contracultura que lleve a amenazar al mundo mismo; al mundo que agoniza. Por ello debemos hacer nuestra la Declaración de Etica Mundial, particularmente cuando expresa: “Que debemos tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Nos comprometemos a respetar la vida y la dignidad humana, la individualidad y la diferencia, de suerte que toda persona sin excepción reciba un trato humano. Hemos de ejercitarnos en la paciencia y en la aceptación. Hemos de ser capaces de perdonar, aprendiendo del pasado, pero sin ceder jamás a la memoria del odio. Al abrir nuestro corazón a los demás debemos enterrar nuestra mezquinas querellas en aras de la comunidad mundial de manera que llevemos a la práctica una cultura de la solidaridad y de las vinculaciones mutuas”.

Todo lo anterior a propósito de una excelente obra “Reivindicación de una Etica Mundial. Edición de Hans Küng, Editorial Trotta, 2002, Madrid.”





Hernán Bosselin Correa
Abogado
9 de Enero de 2007

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