lunes, diciembre 11, 2006

Demasiado daño, demasiado dolor


Hace tan sólo algunas horas el corazón de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte dejó de latir. De inmediato miles de voces divergentes se levantaron en el país y el mundo para calificar su gestión, su vida, sus decisiones. En el Hospital Militar dos mil personas avivaban a su héroe y reaccionaban con violencia contra la prensa. Un par de kilómetros más hacia el centro de la capital de Chile, otros miles descorchaban champagne y expresaban su alegría por la muerte del ex dictador.
En un plano intermedio, la presidenta Michelle Bachelet, un par de ministros y el Comandante en Jefe del Ejército, tomaban decisiones respecto al carácter del funeral de quien por diecisiete años tuviera las riendas del país sin ningún control, tanto, que ni las hojas podían moverse sin que él lo supiera.
Él llegó finalmente al único momento de nuestras vidas -la de todos-, que nos pone en igualdad absoluta de condiciones: la muerte. Porque más allá de la pompa y circunstancias de algunas despedidas y de la soledad de otras, el último respiro nos deja a todos a las puertas del único juicio que no podemos eludir: el de Dios para algunos; el de la historia para otros; el de la fuerza creadora; el de Alá; el de los ancestros.
Hoy, pasadas algunas horas, algo de razón, de calma comienza a poblar los espíritus.
Augusto Pinochet irrumpió en la vida nacional un oscuro día de agosto de 1973 cuando Salvador Allende, presidente Constitucional, lo nombró Comandante en Jefe del Ejército. Ni Pinochet ni Allende sabían que ese día representaba un giro en sus historias. Allende personificaba el inicio de la idealización de un período, de un gobierno, plagado de pasiones, de errores, de odios, de ideales, que con su muerte rodeada de misterio en un inicio y de heroísmo después, pasaba a consagrarse venciendo cualquier dato objetivo, cualquier análisis racional.
Pinochet en tanto inició un reinado de 17 años. Venciendo su indecisión -su miedo probablemente-, se sumó al golpe militar del 11 de septiembre de 1973. De ahí en tanto tomó la fuerza, la seguridad y la decisión de quien no tiene nada que temer ni nadie a quien responder, porque miles de miles de armas respaldaban su accionar.
Miles de chilenos pagaron con su vida, su seguridad, su nacionalidad, su familia, su libertad, su integridad física y mental su adhesión a un proyecto político inserto en la odiosa guerra fría que Estados Unidos y la ex URSS encabezaban.
Con todo a su favor, tomó una opción en el campo económico que es su más importante argumento a favor. Optó por entregarle el apoyo a un grupo de economistas influidos por la escuela de Chicago que propugnaban el reinado del mercado.
Así, sin una fuerte oposición, salvo los intentos de algunas cúpulas políticas que apoyaron el gobierno de Allende y algunos sindicalistas que iban del arco de la DC al PC, Pinochet impuso un sistema; aplastó a quienes demandaban libertad, justicia y democracia; dispuso de la vida y del dolor de miles de chilenos y chilenas, entre ellas la actual presidenta de la República, e inició la aplicación de un régimen que voló de una plumada los derechos de los trabajadores; persiguió quienes pensaban distinto, amparó a cientos que se enriquecieron ilícitamente.
Hoy día, con Pinochet muerto, seguimos viviendo el modelo y sistema que él aprobó y bendijo. Modelo que puso al país en el camino de la modernidad, el desarrollo y el bienestar para algunos, pero de la marginación y la injusticia para muchos; para demasiados, para la mayoría.
Dieciséis años de gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia no han sido capaces de vencer este modelo de injusticia. Al contrario. Los beneficiados de ayer han formado una “santa alianza” con los administradores de hoy.
Pero el peor pecado de Pinochet no fue haber optado por el modelo económico libremercadista. No. Su peor pecado fue hacer un trabajo lento, disimulado, infame, orientado a introducir un cambio cultural nefasto. Su paso de 17 años por el gobierno significó introducir el germen de individualismo, del egoísmo, de la insolaridad en el alma del chileno. A la discapacidad respondemos con el negocio de la Teletón; a la soledad de los viejos respondemos con el negocio de fundaciones; al desamparo de niños y jóvenes respondemos con campañas y sponsors.
Se fue Pinochet. Sembró demasiado daño, repartió mucho dolor. Nos transformó en alguien que no quisiéramos ver en el espejo.

Revista Impacto.
Para recordar

Hace tan sólo algunas horas Augusto Pinochet murió. Justo cuando el moría veníamos de regreso con mi familia de la localidad de San Enrique, donde naciera Manuel Antonio Bustos Huerta, padre de mis dos amados hijos.
Recorrimos sus caminos, miramos la casa donde creció, sentimos el aire que respiró, el sol que le abrigó, el viento que despeinó sus cabellos, el cielo estrellado que abrigó sus sueños, la escuela donde se educó, el camino que debía recorrer para llegar a ésta, el estadio municipal que lleva su nombre con el agregado de “Diputado”. Mucho quizás para un niño nacido en adversas condiciones. Lo justo para quien en la adversidad recibió el amor y apoyo para surgir, para salir adelante, y para quien tenía los ideales de la democracia, la justicia y la libertad como norte en su vida.
Su opción social y política fue la de representar a muchos como él que, teniendo talentos y virtudes, no tenían oportunidades. El sindicalismo y la democracia cristiana fueron sus caminos. Vivió el esperanzador período de la Revolución en Libertad de Eduardo Frei Montalva; vivió el caótico período de Salvador Allende como dirigente de la Central Única de Trabajadores; vivió la larga dictadura de Augusto Pinochet “en plenitud”. Primero como detenido por más de tres meses en el Estadio Chile y en el Nacional después. Participó de los primeros intentos por rearticular el movimiento sindical; lideró la oposición tras la formación de la Coordinadora Nacional Sindical, siguió luego en la CNS y en la creación de la Central Unitaria de Trabajadores.
Tuvo muchos motivos para odiar. Tuvo muchos motivos para actuar con rencor. Pero nada de eso ocurrió. Tuvo la oportunidad de sumarse a la gran cantidad de querellas en contra de Pinochet, por todas las acciones represivas que sufrió. Encarcelado en innumerables oportunidades; exiliado, relegado, perseguido, optó por no seguir el camino de la persecución de responsabilidades. Pinochet ya estaba desmejorado. Cuando le ofrecieron iniciar la acción legal conversó con nosotros, con su familia. Tenía dudas ¿gana el país y la gente con un Pinochet enjuiciado?; ¿vale la pena la acción legal y ahondar un clima de odiosidad? ; ¿Ganaba o se atemperaba el dolor y el miedo vivido con un Pinochet preso? No.
Pero luego vino la acusación constitucional lideraba por jóvenes diputados DC. Ahí no hubo duda. Se trataba de una acusación política, de un enjuiciamiento histórico a la dictadura que lideró. Ahí no hubo duda. Nadie habría podido comprender una absolución o un voto en blanco. En lo personal, ni odio ni rabia. En lo político, un claro enjuiciamiento al líder de una de las peores dictaduras del mundo.
Fue significativo el retorno desde San Enrique, lugar bucólico, humilde, muy chileno. En el camino, cantando el feliz cumpleaños a mi hermano, el tío Darío, nacido el Día Internacional de los Derechos Humanos. En el camino, la noticia inesperada: la muerte de Pinochet. En el camino, los recuerdos que afloran y el comentario apasionado de nuestra hija: “ya murió, ya han sufrido él y su familia, para qué querer más. Que se vaya tranquilo y que Dios lo perdone”.

Myriam Verdugo Godoy
Presidenta Instituto Jorge Ahumada
Consejera Nacional PDCSantiago 11 de diciembre de 2006.

jueves, noviembre 23, 2006

¿ASPIRINA, PARACETAMOL, MEJORAL O UNA TERAPIA ANTIMICROBIANA?

23 de Noviembre de 2006

Todos los chilenos y chilenas nos estamos preguntando si las reacciones de las autoridades ante sucesos que llenan de vergüenza al país entero y que debieran estar conmoviendo, hasta en sus cimientos al mundo político, son las correctas o simplemente representan meros paliativos para tratar los síntomas –simples aspirinas o paracetamol-, o, en realidad constituyen una terapia antimicrobiana, vale decir, resoluciones, programas y voluntades decididas a tratar en profundidad, en sus raíces y causas la corrupción que se ventila en los ambientes políticos.
Hemos escuchado las interesantes proposiciones que una Comisión Especial ha hecho a la Presidenta de la República y de igual modo hemos leído atentamente los informes que la Presidenta del Partido Demócrata Cristiano entregó al señor Ministro del Interior. En todos esos documentos, como en muchos otros, se proponen diversas iniciativas y la mayoría de ellas son de orden legal: modificaciones al funcionamiento de la Contraloría General de la República, reforzamiento de las facultades fiscalizadoras de los entes competentes, crear nuevas incompatibilidades entre las funciones públicas y privadas, fiscalizar con mayor eficiencia las rendiciones de cuentas en las campañas políticas, etc., etc.
Todas esas medidas sugieren incrementar las normas legales y reglamentarias. Sin embargo, quienes han estudiado en otras latitudes el tema de la corrupción, han hecho la siguiente reflexión: “Noruega es uno de los líderes mundiales en transparencia: allí la corrupción en casi inexistente. Sin embargo, la legislación anticorrupción es reducida. La causa se halla en los valores sociales predominantes. Un corrupto sería duramente excluido por su familia, los vecinos, los círculos sociales. Finlandia tiene la tasa de presos más baja de Europa y, al mismo tiempo el menor número de policías per cápita del continente. La prevención de la criminalidad se halla en la cultura de valores, en el acceso a oportunidades y en el sistema “de prisiones abiertas”, que efectivamente rehabilitan. Suecia casi ha erradicado la discriminación de género. Una opinión pública que considera la igualdad de género un punto de principio presiona por sus avances. Canadá tiene uno de los sistemas de salud de mejor calidad del planeta y totalmente inclusivo. Holanda, como los países nórdicos, Canadá y otros estados líderes en lo económico – social, tiene altos niveles de equidad en la distribución de ingreso y acceso universal a educación y salud. En las culturas de todos estos países predomina una actitud de rechazo a las grandes desigualdades y de apoyo a la equidad y a la igualdad de oportunidades”. “Si los valores dominantes se concentran en el individualismo, la indiferencia frente al destino del otro, la falta de responsabilidad colectiva, el desinterés por el bienestar general, la búsqueda como valor central del enriquecimiento personal, el consumismo y otros semejantes, puede esperarse que estas conductas debiliten seriamente el tejido social y conduzcan a todo orden de impactos regresivos. Estos pueden ir desde fuertes inequidades económicas , que según indica múltiples investigaciones, generan poderosas trabas a un desarrollo económico sostenido, hasta, como ya se mencionó, descensos en la cohesión social que puede, incluso influir negativamente sobre la esperanza de vida promedio.” “UNO DE LOS EFECTOS VISIBLES DE LA VIGENCIA DE VALORES INSOLIDARIOS, ES LA EXTENCION DE LA CORRUPCION EN DIVERSAS SOCIEDADES. COMO LO RESALTA LOURDES ARIZPE: LA INSISTENCIA MONOTEMATICA DE QUE ENRIQUECERSE ES LO UNICO QUE VALE LA PENA EN LA VIDA HA CONTRIBUIDO EN GRAN MEDIDA A ESA TENDENCIA” (Más ética, más desarrollo, Bernardo Klikberg, Mayo de 1994, temas grupo editorial SRL, 2006).
Por otra parte los analistas de los diversos tipos de delincuencia, especialmente del delito de cuello blanco o del delito que se relaciona en cierto sentido con el poder y con las organizaciones políticas han elaborado múltiples teorías para explicar los fundamentos que llevan a producir delitos y actos de corrupción. En 1938, Robert K. Merton publicó su perdurable trabajo: Anomia y estructura social que desarrollaba el concepto de anomia ya consagrado por E. Durkheim: Merton consideraba que existían contradicciones estructurales en la realidad social norteamericana ya que por un lado se difundía un mensaje de recompensa de enriquecimiento personal de carácter meritocrático, pero también señalaba que en la realidad los medios para lograrlo de manera legítima o legal no estaban disponibles para todos; de tal manera una parte numerosa e importante de la ciudadanía recurría a medios ilegales en pos del valor supremo del sistema, el enriquecimiento personal.
En esa misma época, en 1939, Edwin Sutherland pronunciaba su discurso sobre la delincuencia de cuello blanco: “Los ladrones reciben ayuda de personas y organismos considerados legales y protectores oficiales de la sociedad; encuentran en esta gente y en estos organismos un sistema de depredación controlada que se asemejan a la suya. Los mecanismos que rigen la vida política de numerosas ciudades americanas y numerosos distritos de provincia, están generalmente sometidos a un control venal. Los ladrones profesionales y los políticos, ligados por el interés que encuentran en este control ilegal suelen trabajar juntos para obtener beneficios recíprocos. La cooperación entre la policía y los tribunales es necesaria en la medida que ambos organismos están bajo control de la maquinaria política – administrativa. El ladrón lejos de estar separado de esta parte de la sociedad, se halla en relación estrecha a íntima con ella, no sólo en su vida profesional, sino también en su vida social. Esas relaciones se establecen en los clubes de juego, los cabarets y las casas de cita, en donde todas esas personas consideradas honorables se divierten en sus ratos de ocio”.
Al Capone, en 1932, declaraba ante el tribunal: “Soy un hombre de negocios y nada más. Gané dinero satisfaciendo las necesidades de la nación, no puedo cambiar la situación del país. La afronto, eso es todo. Los negocios son las estafas legítimas. Esa gente dice que yo no soy legítimo. Nadie es legítimo. Eso lo saben ustedes y lo saben ellos y luego se preguntaba: ¿Porqué los mayores banqueros y hombres de negocios y políticos y gente profesional nadan detrás de mi para mantener el sistema marchando” (Delincuencia Económica e Ideología de la Defensa Social, Le Monde Diplomatique, en español, México 1983).
A partir de esas afirmaciones Edwin Sutherland elaboró su famosa teoría sobre la Asociación Diferencial que explica el comportamiento criminal en 9 afirmaciones: 1.- El comportamiento criminal se aprende; 2.- El comportamiento criminal se aprende en contacto con otras personas mediante un proceso de comunicación; 3.- el comportamiento criminal se aprende sobre todo en el interior de un grupo restringido de relaciones personales; 4.- Cuando se ha adquirido la formación criminal esta comprende: a) La enseñanza de técnicas para cometer infracciones que son unas veces muy complejas y otras veces muy simples; b) La orientación de móviles, de tendencias impulsivas, de razonamientos y actitudes; 5.- La orientación de los móviles y de las tendencias impulsivas está en función de la interpretación favorable o desfavorable de las disposiciones legales; 6.- Un individuo se convierte en delincuente cuando las interpretaciones desfavorables relativas a la ley prevalecen sobre las interpretaciones favorables; 7.- Las asociaciones diferenciales pueden variar en lo relativo a la frecuencia, la duración, la anterioridad y la intensidad; 8.- La formación criminal mediante la asociación con modelos criminales o anticriminales pone en juego los mismos mecanismos que los que se ven implicados en cualquier otra formación; 9.- Mientras que el comportamiento criminal es la manifestación de un conjunto de necesidades y de valores, no se explica por esas necesidades y esos valores puesto que el comportamiento no criminal es la expresión de la mismas necesidades y de los mismos valores.
Edwin Sutherland termina su teoría afirmando: “El postulado sobre el que reposa esta teoría, independientemente de cómo se la denomine, es que la criminalidad está en función de la organización social, es la expresión de la organización social. Un grupo puede estar organizado bien para favorecer la eclosión del comportamiento criminal, bien para oponerse a ese comportamiento. La mayor parte de los grupos son ambivalentes, y las tasas de la criminalidad son la expresión de una organización diferencial de grupo. La organización diferencial del grupo, en tanto que explicación de las variaciones de las tasas de criminalidad, corresponde a la explicación por la teoría de la asociación diferencial del proceso mediante el cual los individuos se transforman en criminales”.
Afirmamos, con estos elementos de juicio, a modo de tesis que la delincuencia política que está conociendo la opinión pública puede explicarse, con algún grado de aproximación con la teoría de la Asociación Diferencial y con la Anomia. La sociedad chilena ha sufrido o ha experimentado cambios extraordinarios durante los últimos 30 años, que han modificado sustancialmente sus modos de ser y las relaciones entre los integrantes de los distintos sectores que la componen. Dichos cambios han permitido que las normas de la convivencia se hayan relajado, disminuyendo sustancialmente la conciencia de ilicitud, en determinados sectores. La anomia, es la falta de normas o la incapacidad de la estructura social de proveer lo que les sería necesario a ciertos individuos para lograr metas. La sociedad chilena ha aceptado como metas o fines válidos: el dinero, el lucro exacerbado, el individualismo desmedido, el poder por el poder, el clientelismo político. En una sociedad en cambios acelerados y violentos como los que actualmente experimentamos, las normas sociales y morales para alcanzar esos fines se relajan, se oscurecen o se olvidan; tan fuerte es la presión que se ejerce sobre los fines del dinero, el poder por el poder, el lucro, el clientelismo político y la competencia desmedida, que las personas que llegan a ocupar roles intermedios o relevantes en la economía o en la política, se sienten autorizados por sus medios, sus círculos íntimos o sus organizaciones cerradas, para acudir a cualquier expediente que le permita alcanzar los referidos fines; y dentro de ese marco o contexto social se comienza a aprender las conductas criminales, en núcleos, círculos íntimos u organizaciones de poder que estiman que violar las leyes, es una simple diablura o una especial habilidad. Cuado se llega a ese extremo, la conciencia de ilicitud se encuentra definitivamente avasallada.
La sociedad chilena se encuentra ante un gravísimo problema: Los valores más relevantes de la comunidad y sobre los cuales tanto se escribe: solidaridad, fidelidad, confianza, amor, han sido virtualmente arrasados por los nuevos contravalores que se imponen masivamente a través de los medios de comunicación social.
La explicación que estamos dando, no excluye ni menos elimina las responsabilidades personales y principalmente penales que deben hacerse efectivas; y esas responsabilidades, en el ámbito penal no se justifican ni se eximen de pena por la circunstancia que estemos viviendo un proceso de cambios acelerados que ha modificado profundamente los valores de la sociedad.
Esta bien que, como medidas de emergencia, se adopten las paliativos que comentábamos al comienzo; de inmediato, no puede hacerse otra cosa; sin embargo, las autoridades están obligadas a ir más al fondo del problema y promover un amplio debate nacional sobre los problemas culturales y efectivamente valóricos que nos afectan para ofrecer a la nación toda la perspectiva real y cierta de construir, con el esfuerzo de todos y de todas, una nueva sociedad; un nuevo modelo de sociedad cuyos valores predominantes sean distintos de los contravalores del individualismo neoliberal que nos azotan. Deben hacerse todos los esfuerzos en las distintas organizaciones y comunidades del país para reorientar a la sociedad chilena y colocarla en la dirección correcta. El camino que se está actualmente siguiendo, el modelo económico social que aplica la Concertación desde 1990 hasta el presente, debe experimentar modificaciones de importancia. Ese modelo económico social lleva inserto un modelo cultural y esta cultura genera y produce los contravalores que hemos señalado y es la presión por esos contravalores la que lleva a relajar las normas sociales de nuestro país.
Si la Concertación se queda únicamente en la superficie y no observa la realidad desde una perspectiva más amplia, no sólo está condenada a desaparecer; sino que lo más conveniente para el país en esa hipótesis, sería que ella efectivamente dejara de existir por cuanto no habría sido capaz de asumir los problemas reales y efectivos de la sociedad y no habría tenido los talentos y la audacia para buscarle soluciones que convoquen a las grandes mayorías nacionales. La Concertación nunca ha sido un fin en si mismo, sino que un simple medio que surgió a la realidad a raíz de los hechos que se desarrollan entre 1973 y 1989. El fin siempre ha sido: El bien común, el bien de la nación chilena y si este está amenazado, los ciudadanos y ciudadanas responsables del país estamos moralmente obligados, si se dan las circunstancias y no hay efectivos cambios, a buscar nuevos instrumentos, medios diferentes que respondan a los verdaderos intereses de las grandes mayorías nacionales. El ex Presidente Lagos se ha referido al alma de la Concertación. Otros preferimos referirnos al alma de la Nación, es ella la que justifica la existencia de nuestro país como comunidad organizada dentro de un marco jurídico que rige la convivencia en la búsqueda de los intereses permanentes de Chile.

Por nuestra parte quienes pertenecemos al mundo humanista y cristiano, sea cual sea el destino de la Concertación, seguiremos abogando por una comunidad efectivamente solidaria y seguiremos afirmando que los valores del personalismo comunitario son superiores, a los contravalores del individualismo y del neoliberalismo imperante.



Hernán Bosselin Correa
Abogado

lunes, octubre 16, 2006

¿Cuentas individuales en el INP?

“La AFP estatal es un tema opinable. Es deseable que haya más competidores en el mercado y más intensidad de competencia, por lo que el tema de la AFP estatal habría que evaluarlo en esos términos, es decir, en cuánta competencia puede agregar una AFP estatal al sistema”
La declaración no pertenece a ninguna de las voces tradicionalmente descalificadas por los medios de comunicación en manos casi todos de la derecha; ni a las voces estigmatizadas por los tecnócratas oficialistas que las acusan de retrógradas cuando se alzan para pedir algo de equidad al sistema. No. Pertenece a Mario Marcel, profesional con post grado, funcionario en el gobierno de Ricardo Lagos, casi ministro de Hacienda de la presidenta Michelle Bachelet, y designado por ella para presidir una comisión encargada de proponer modificaciones al actual sistema previsional privado.
Las conclusiones de esta denominada Comisión Marcel siguieron el derrotero esperado por quienes lo designaron, y también por quienes desde la vereda del frente veíamos que, con su composición, era imposible pensar en la elaboración de propuestas realmente alternativas al sistema impuesto en un ambiente de falta de libertades y atropellos a los derechos básicos a comienzos de la década del 80. De esta forma, este tema de gran interés social, se resolverá de la manera que mejor acomoda a la derecha económica y política.
Tomamos a la letra esta declaración de Marcel ya que sirve a las aspiraciones de miles de chilenos que, como nosotros, no aceptamos el actual sistema de capitalización individual que ha permitido la mayor concentración económica en el país, y la creación de grupos de poder político y económico que contribuyen a la fijación de estructuras odiosas de desigualdad.
Afirmamos que, tal como en el sector salud Fonasa se convirtió en un competidor de las isapres, con precios bajos y mejora sostenida de sus servicios, el Estado puede y debe asumir un rol ante las seis administradoras de fondos de pensiones que dejaran a la mitad de sus cotizantes con pensiones que deberá suplementar el Estado, al mismo tiempo que registran, cada año, utilidades que pueden llamarse sin duda como escandalosas.
Postulamos que el Instituto de Normalización Provisional, INP, institución sin fines de lucro, puede y debe abrir cuentas individuales y competir con estas seis administradoras, dueñas de casi el 70% del PIB nacional.
En términos de Marcel, el INP, puede competir, “darle intensidad a la competencia”.
El Instituto de Normalización Previsonal se encuentra en todo el país, cuenta con más de 140 oficinas. Tiene la estructura como para responder a la apertura de una línea de negocios distinta a la que hoy realiza.
Ya que a la derecha -y en la Concertación hay muchos que buscan complacer a la derecha- le gusta estar representada en todo organismo del Estado, proponemos que el INP cuente con un Consejo Superior, cuyos integrantes sean elegidos por el Parlamento y que representen los ámbitos sindicales, empresariales y académicos.
En algún momento el ex director del INP, Ernesto Evans dijo que “el INP sería una buena AFP estatal, porque tiene las economías de escala y el conocimiento suficiente para poder administrar fondos previsionales”.Es necesario crear una AFP estatal a partir del INP para las personas de bajos e intermitentes recursos, con comisiones bajas o inexistentes, y también para quienes no deseamos seguir contribuyendo, en forma obligatoria, a la concentración de la economía.
La población debe saber que 51 personas controlan toda la industria de las AFP; que la mitad de todos los fondos de los y las trabajadores/as están en manos de 13 grupos económicos que operan en el país y que los fondos invertidos en el exterior se concentran en 8 fondos de inversión, cuyos principales receptores son grupos españoles. Dos AFP responden a propiedad de esa nacionalidad.
Otra opinión respecto a un papel activo del INP como recaudador de cuentas personales es la de Andras Uthoff, ingeniero comercial y oficial a cargo de la División de desarrollo de la CEPAL. Uthoff afirma que una presencia activa del Estado en esta industria se podría hacer a través de un “INP mejorado, con un propósito de negocios establecido, con contabilidad separada, no siendo favorecida por subsidios. Así podría administrar cuentas de manera eficiente. O que tenga contacto con los clientes y subcontrate la administración de cuentas, por ejemplo, a través de una filial de BancoEstado. O sea, se puede llegar a una figura más estatal.
No aceptamos como argumentación que, siendo las AFP una de las bases de la economía pinochetista, por lo que la derecha no aceptaría cambiarla, nos rindamos sin poner en conocimiento de los y las trabajadores y trabajadores chilenos/as una alternativa real a este poder económico y político creado por la dictadura militar y que hoy tiene intereses en las sanitarias, eléctricas, retail, transporte, comunicaciones, bancos y servicios. Áreas de la economía conocidas por los consumidores chilenos debido a sus condiciones naturales: abuso de poder, tendencia al gigantismo en desmedro de la pequeña y mediana industria, identificación con la derecha política, todo ello salpicado con algunas acciones de beneficencia social que tienden a la reproducción de la pobreza mediante un asistencialismo que no cambia, de forma real, la situación de los chilenos más pobres.
Con nuestra propuesta los chilenos tendríamos una real posibilidad de elegir respecto a quienes, y a la forma de administrar nuestros recursos.
Enzo PistacchioMyriam VerdugoCarmen Ramírez

Cuestión de Género


Hace pocos días la prestigiosa revista Forbes publicó un ranking de las mujeres más relevantes e influyentes en el mundo. La lista la encabeza la Canciller de Alemania, Angela Merkel y la sigue la asesora de seguridad de Norteamérica, Condolezza Rice. En el lugar diecisiete figura nuestra presidenta, Michelle Bachelet. Muchos de los otros nombres que componen el listado corresponden a mujeres que se desempeñan en el mundo de los negocios.
¿Qué tiene de importante esta nómina? Mucho. Impensable era hace tan sólo algunas décadas atrás pensar en la posibilidad de confeccionar un listado como éste. El avance de la mujer en los distintos ámbitos del quehacer ha sido rápido en casi todo el mundo, y nosotros -como los ingleses que nos creemos de esta América morena-, no podíamos ir a la saga.
Los períodos en la historia en que algunas mujeres alcanzaron relevancia fueron acotados y en ocasiones puntuales. Algunas reinas del antiguo Egipto, algunas escritoras, algunas consortes de príncipes árabes o medievales también destacaron, pero en su caso se trataba de mujeres que por familia o por matrimonio adquirían un poder que usaron diferenciándose de la mayoría de las mujeres de sus épocas. Leonor de Aquitania, Isabel I, Manuela Sáenz, Isabel la Católica, Olimpia de Tebas, la reina egipcia Hatshepsut, Javiera Carrera, Catalina de Erauso, Sor Juana Inés de la Cruz, Santa Catalina de Sienna, Dhuoda y la reina Nzinga Nbandi fueron mujeres de excepción que superaron los obstáculos que la sociedad le imponía a sus congéneres.
Pero esos nombres, que pasaron a la inmortalidad, fueron escasos. La mujer, desde que el mundo es mundo estuvo relegada a un segundo plano (en algunas zonas de este planeta aún es así). Su labor era ser madre, cuidar el hogar, en muchos lugares además debía proveer ya que el hombre ocupaba su tiempo en prepararse para la defensa del hogar, del grupo o clan.
El avance de la mujer a través de los siglos fue extremadamente lento. Los ejemplos de las mujeres mencionadas representaron en la historia mundial sólo esporádicos hitos, o fogonazos que iluminaron débilmente nuestra promoción en la sociedad.
Sólo luego de la acción reivindicativa, luchadora y empecinada de las sufragistas, primero en Europa, luego en Estados Unidos y posteriormente en nuestro país se generó un avance sostenido y fuerte de la mujer en sociedad.
El maltrato a la mujer, el “ninguneo” viene desde lo más profundo de la historia escrita. Esquilo decía en su obra Las Euménides que la mujer no engendraba al hijo; afirmaba que era sólo la nodriza del germen depositado en su cuerpo, Aristóteles afirmaba que la mujer tenía una capacidad de deliberar débil e ineficaz, El padre de la Iglesia Paulo de Tarso decía sobre nosotras que así como la Iglesia está sometida a Cristo, así sean sumisas en todas las cosas las mujeres a sus maridos,
La Revolución Francesa, con su lema inmortal de “Igualdad, Libertad y Fraternidad” remitió a las mujeres luego de una breve incursión en la vida pública a sus hogares. Con su vida pagaron el atrevimiento de pensar algunas de ellas.
Pero este avance ha sido contra todos los poderes existentes. Religiosos, políticos, sociales, a lo que se debe sumar el machismo atávico que muchos hombres no pueden ocultar.
¿En qué muestran ese machismo? En la descalificación, en el comentario peyorativo, en la falta de respeto, en los comentarios sexistas, en el ejercicio de una complicidad para obstaculizar el avance de la mujer en las distintas esferas. Y pese a todo esto y a los milenios de dominación, hemos avanzado.
No lo suficiente como para impedir que se nos discrimine y maltrate. ¿O acaso son muchos los periodistas que se atreverían a preguntar a un Presidente, Primer Ministro o parlamentario sobre sus novias, esposas o amigas? Por supuesto que a una mujer se le indaga sin timidez al respecto. ¿Hay algún medio que hable de “el Lagos”, “el Blair”,”el Bush” o “el Frei”? Sin embargo cuántos hay que sin ningún empacho escriben sobre “la Bachelet”, “la Blanlot” o “la Alvear”.
­¿Ha leído alguien una nota, escrito o libro que hable de “el Neruda”?. No. Pero sí ha leído sobre “la Mistral”. ¿Qué demuestra esto, que quizás a alguien pudiera parecerle algo trivial?: demuestra que no hay respeto por la mujer. Que tener presidentas, primeras ministros, altas ejecutivas, escritoras destacadas ha sido a pesar de todo.
Lecciones que debemos aprender muchas, entre ellas no estigmatizar ni torpedear el camino que están haciendo hoy muchas mujeres en el mundo de la política, de la economía, de la cultura. Jamás volver a decir que si una mujer lo hace mal, estaremos condenadas a “volver a la cocina”. O acaso alguien denosta a los hombres por los Calígula, Hitler, Castro, Atila, Stalin, Salazar, Milosevic, Franco, Contreras, Nerón, Idi Amin Dada y otros próceres de la historia dominada y escrita fundamentalmente por hombres. Ojalá las mujeres aprendamos algo fundamental: Debemos ser solidarias entre nosotras y no para formar un frente contra los hombres. No. Debemos ser solidarias para apoyar a nuestras congéneres, que han logrado venciendo obstáculos cargos de relevancia; ser solidarias para que nuestra diferente forma de apreciar la vida y las relaciones humanas contribuya a mejorar un mundo, donde nosotros no hemos sido las que sembramos guerras, invadimos naciones, esclavizamos a los negros, bombardeamos ciudades. Así de claro. Ser solidarias es una cuestión de género.

Myriam Verdugo Godoy