viernes, febrero 16, 2007

Vaso medio vacío o medio lleno


Ocurrió lo que los agoreros verían pronosticando hace tiempo: el Transantiago en sus primeras horas lejos de ser una solución para los santiaguinos se transformó en una pesadilla.
Baja frecuencia, buses repletos, información mal diseñada son algunos de los puntos críticos de este sistema, que saltan a ojo de cualquier persona. Por meses la derecha vaticinó un mal comienzo, culpando a la improvisación y al voluntarismo de llevar adelante un proyecto de esta envergadura, con el objetivo de sumar “un punto bueno” al gobierno. El mismo tiempo que ocupó el gobierno y sus principales voceros en el área, desde el ministro Espejo hasta el seremi de transportes, pasando por el ministro Lagos Weber y la recién estrenada Intendenta Adriana Delpiano, para defender esta revolución en el sistema de transporte público.
Nosotros, los concertacionistas que nos negamos a seguir girando a costa de los positivos primeros 8 años de gobierno, y que tenemos muy claras las falencias de los últimos períodos, también pusimos un llamado de alerta sobre el Transantiago. Claro que nuestras argumentaciones iban por otro camino.
Por ejemplo fuimos claro en exponer la incoherencia del mensaje de apoyo a los pequeños y micro empresarios, cuando fueron eliminados de un plumazo miles de éstos tanto en Santiago como en Valparaíso. El argumento era que el gremio de los microbuseros era manejado con un estilo de “cartel”. ¿Puede la autoridad, con certeza, afirmar que los miles de pequeños empresarios que se desarrollaban en este rubro eran mafiosos? A nuestro entender no. Nosotros no nos atrevemos a ofender a esos compatriotas que se creyeron el cuento “del emprendimiento”, y que pagan como a través de la historia lo han hecho muchos, esto es “justos por pecadores”.
Tampoco nos convencía que “nuestro gobierno”, como si los bancos Chile, BCI, Santander, Estado y Falabella ganaran poco, le entregaran a éstos la administración de las cobranzas. Tampoco teníamos buenas referencias del “capital tecnológico” de Sonda, empresa que está presente en varios servicios de la administración pública y que también en ellos presenta problemas.
Muchos menos puede gustarnos que nuestras autoridades piensen que la gente pobre, medio pobre o de ingresos medios deba ir “apiñada” como animales en los buses y metros. Comparte tu metro cuadrado, le decimos a la gente, desde vehículos privados o fiscales, con aire acondicionado. ¿Qué tal?
El sistema, a la larga seguramente va a funcionar, y la gente se va a acostumbrar. Sabrá las combinaciones, se resignará a viajar apretujada, se consolidarán las diez grandes empresas que manejan desde el sábado pasado la locomoción pública en Chile. Todo eso va a pasar con seguridad ¿Pero era necesario hacer el cambio de un día para otro, con los costos que ello ha significado? Creemos que no. Que la decisión se basó en una urgencia por mostrar resultados, antes que eficiencia y pensar en la gente.
Porque de eso sí estamos claros. Nadie se acordó del trabajador que atravesaba la ciudad en un vehículo y aprovechaba de dormir la hora y media que este tardaba en llegar a su labor. Nadie se acordó de la calidad de vida de nuestra gente a la que estamos quitando minutos de sueño. Nadie se acordó de nuestros viejos y viejas, que pasado los 60 y 65 años deben seguir trabajando porque si no lo hacen se mueren de hambre, y que prácticamente deben “bailar” dentro de buses con pocos asientos. Así, suma y sigue. Apresuramiento, improvisación, favorecimiento –una vez más- al gran capital, marcan este proceso necesario, pero que como muchas cosas se hizo desde un escritorio, sin considerar la realidad y necesidades de las personas.